“Las capacidades musicales son las primeras en desarrollarse y las últimas en perderse. Incluso en personas que han perdido la capacidad del habla ciertas capacidades musicales permanecen intactas”
Desde el momento en que nacemos comenzamos a recibir información SENSORIAL del mundo a través de nuestros sentidos (exterocepción: oído, tacto, gusto, olfato y vista que nos dan información de colores, formas, texturas, sonidos, aromas, sabores, etc.) y de nuestra interocepción (vísceras, huesos, oído interno, etc., que nos dan información de temperatura, presión, orientación espacial, etc.).
Poco a poco nuestro cerebro va reteniendo, organizando y clasificando esa información exteroceptiva e interoceptiva, a este proceso se lo denomina PERCEPCIÓN.
Cuando descubrimos el “mundo”, por ejemplo cuando escuchamos por primera vez una música, grabamos en nuestro cerebro esos sonidos (ritmo, melodía, armonía) letra y las imágenes y emociones que ésta despierta. También grabamos el “marco” en la que son escuchadas (sensaciones térmicas que vivimos en ese momento, las personas que están con nosotros en el momento de escucharla, el lugar y el estado emocional que teníamos en ese momento).
Posteriormente, no importa cuántos años hayan pasado, cuando volvemos a escuchar esa música se produce un proceso de EVOCACIÓN mediante el cual todos esos elementos guardados en nuestra memoria (emociones, imágenes, sensaciones, personas, lugares, etc.) regresan al presente.
El poder de la música
El poder evocativo de la música se utiliza para despertar y traer al presente el pasado y también el sentido de identidad y pertenencia a un grupo, a un pueblo, etc. La música puede entonces fortalecer los lazos de unión de un grupo humano.
La música folklórica es un valioso recurso para reactivar la memoria, despertar recuerdos, imágenes y sentimientos, y fomentar el sentimiento de pertenencia y unidad en un grupo humano.
A través de la música podemos estimular también las capacidades motrices, cognitivas, emocionales y sociales.
El proceso de trabajo en musicoterapia puede desarrollarse de forma pasiva o activa dependiendo de las características y necesidades de cada paciente.
La musicoterapia receptiva o pasiva se basa en la audición musical y consiste en utilizar la música seleccionada y organizada por el musicoterapeuta en función de la historia musical y necesidades de cada paciente para estimular su capacidad de atención, memoria, secuenciación, evocar emociones y recuerdos, estimular su motricidad, crear estados de tonicidad o relajación, incidir sobre la respiración, etc.
La musicoterapia activa no solo basa en la audición musical, sino en la producción musical.
En el desarrollo de las sesiones de musicoterapia activa los pacientes tienen una participación activa y se convierten en “músicos y en bailarines”.
En estas sesiones, los pacientes pueden cantar, tocar instrumentos musicales sencillos, componer músicas instrumentales o canciones con letra, pueden bailar coreografías libres o estructuradas con todo el cuerpo o solo con sus manos o caras, pueden relacionar canciones con imágenes, construir instrumentos musicales, etc.
El musicoterapeuta debe propiciar un espacio de acompañamiento guiado en el que cada paciente se sienta a gusto y partícipe en las actividades en función de sus necesidades y capacidades.
Será imprescindible que el musicoterapeuta realice un estudio de la historia musical de cada uno de los participantes del grupo para poder realizar una propuesta musical en sintonía con cada uno de ellos. El historial musical y preferencias sonoras y musicales de cada paciente conforman lo que en musicoterapia se denomina iso particular o individual.
Pero el musicoterapeuta deberá observar y dinamizar al grupo para conseguir una sintonía de grupo en cuanto al estado físico, mental y emocional. A este “tempo de grupo” o resultante entre la suma de todas las identidades, preferencias y estados físicos, emocionales y mentales de cada uno de los integrantes de un grupo se lo denomina en musicoterapia Iso grupal.
El musicoterapeuta debe ser capaz de guiar y/o modificar el desarrollo de la sesión según las necesidades del grupo en cada momento, la observación es fundamental para poder reconducir el desarrollo de la misma y realizar propuestas en sintonía con el estado físico, mental y emocional del grupo (a esta propuesta en sintonía con el estado del grupo se denomina propuesta en iso).
La Musicoterapia y el Alzheimer
Con personas afectadas con Alzheimer, es recomendable comenzar a trabajar con musicoterapia cuanto antes ya que a través de ésta disciplina es posible retrasar el deterioro y mantener activas por más tiempo diversas capacidades físicas y cognitivas.
Las sesiones pueden durar de entre 30 y 60 minutos según los casos y pueden ser individuales o de grupo. El itinerario de las sesiones debe ser claro y definido y atravesar diferentes momentos:
Un primer momento de INICIO en el que se realizan juegos de presentación de los participantes en el que se puede por ejemplo presentar a los asistentes cantando su nombre, y se realizan ejercicios de calentamiento en el que se preparan y predisponen el cuerpo y la mente para trabajar.
A continuación se pasa al DESARROLLO de la sesión en el que se realizan actividades de:
Respiración, relajación y/ tonificación o calentamiento según las necesidades de cada momento aprovechando para comenzar las músicas que posean un tempo en sintonía con el estado de los pacientes y proponiendo la selección musical de forma progresiva acelerando o ralentizando el tempo para conseguir el estado deseado. Estas actividades de relajación o calentamiento se realizan con movimientos de rotación de articulaciones y estiramientos de la musculatura de forma localizada y guiada.
Trabajo vocal y repertorio de canciones: ejercicios de articulación y emisión vocal que facilitan a los pacientes la posibilidad de cantar el repertorio de canciones que se va incrementando con el paso de las sesiones en función de sus apetencias. Para facilitar la memorización de las canciones las letras pueden ser acompañadas con imágenes y lengua de signos para personas sordas.
Instrumentación musical: consiste en acompañar con instrumentos musicales sencillos el pulso o compás de las canciones, también se pueden realizar estructuras rítmicas sencillas sin letra; Reproducir a modo de repetición o eco ritmos sencillos ejecutados por el terapeuta; Reconocer sin ver los diferentes instrumentos musicales diciendo su nombre o señalando el dibujo del instrumento correspondiente al sonido que se escucha (maracas, pandereta, triángulo, etc.); También se pueden construir instrumentos musicales sencillos, etc.
Danzas: las danzas pueden ser folklóricas o danzas sencillas creadas y adaptadas para el grupo, por ejemplo una coreografía con las manos. Podemos utilizar cintas de papel, globos, pañuelos o cualquier otro elemento que pueda motivar y facilitar la movilidad. Con las danzas favoreceremos la capacidad de coordinación psicomotriz, memoria, secuenciación y tonificación.
Estimulación cognitiva: pueden analizarse letras de canciones, relacionarlas con imágenes, analizar el hilo argumental de una canción, crear la letra de una canción, reconocer por su sonido diferentes instrumentos musicales (sin verlos) ejecutados por el musicoterapeuta, reconocer el sonido de diferentes instrumentos musicales en una pieza musical.
Cierre: al finalizar las actividades de cada sesión es muy positivo realizar un recorrido verbal o a través de pictogramas de las actividades realizadas y se puede preguntar a los asistentes cómo se han sentido en el desarrollo de la sesión.
Llegamos a la DESPEDIDA de la sesión:
Regreso a la calma: al final el desarrollo de sesión es fundamental crear un clima de calma que sirva para centrar a los asistentes en la despedida de la sesión. Pueden realizarse por ejemplo tres o cuatro respiraciones profundas acompañadas con movimientos suaves de brazos.
Despedida: puede realizarse una canción, un pequeño aplauso o simplemente una despedida verbal agradeciendo la participación en la sesión y anunciar la próxima sesión.
La Musicoterapia aplicada con personas afectadas con Alzheimer es una herramienta muy eficaz para estimular, mejorar, desarrollar y/o ralentizar el deterioro de diversas capacidades como: tensión y distensión muscular, coordinación psicomotriz, lateralidad, motricidad fina y gruesa, control respiratorio, atención, concentración, memoria, secuenciación, asociación reconocimiento de diferentes estados emocionales, capacidad para contactar a través de la mirada con los demás, relacionarse creativamente con los demás, , etc.
Además, la musicoterapia proporciona un espacio de motivación, disfrute, alegría y entretenimiento que facilita la participación activa y relación creativa entre los participantes y se convierte en una actividad esperada y deseada por cada uno de ellos.
Sobre el autor
Gustavo Adolfo Costas Mateos. Diplomado en Musicoterapia por la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador. Buenos Aires, Argentina.
Máster Cum laude en Mediación Terapéutica Corporal (Arteterapia, Psicodrama y Psicomotricidad Terapéutica) por la Universidad Central de Barcelona, Centro De Recursos Educatius I D’investigació De Sants. Escola De Mestres.
Estudios musicales: (Conservatorio Nacional Willams de Buenos Aires).
Estudios de Arte Dramático: Centro cultural Italiano en Buenos Aires, profesor: Luis Tasca. Escuela de teatro musical Memory, Barcelona, España. Estudios de Danza: Escuela Mémory de Barcelona (claqué y jazz). Teatro Victoria de Tenerife (danza contemporánea).
25 años de experiencia laboral con niños, jóvenes, adultos y personas mayores en el ámbito terapéutico (musicoterapia y artes terapéuticas y psicomotricidad) en Centros Educativos, Centros de Educación Especial, Talleres Ocupacionales, Centros de Día y Residencias. Y como formador impartiendo cursos de formación profesional en Universidades y Centros de Formación Profesional en todo el territorio español.
Autor del libro Jugar con Arte. Editorial Yanderesa.
Contacto:
- E-mail: gustavoacostas@hotmail.com
- Blog: artesterapeuticas-gustavocostas.blogspot.com