Las Intervenciones Asistidas con Perros (IAP) se han consolidado como recurso terapéutico para los equipos interdisciplinares de los centros de atención a personas mayores. Son muchas las evidencias científicas que resaltan su utilidad en este campo. Entre las más recientes, Richeson (2003) plantea que las intervenciones con animales pueden ser beneficiosas para disminuir la agitación y agresividad en personas con demencia.
El perro es un fuerte elemento motivador hacia la actividad en manos del profesional ayudando a dinamizar sus sesiones. Genera emociones positivas y facilita y mejora las relaciones personales y la comunicación dentro del grupo. El perro de apoyo es un estímulo novedoso que reacciona ante los intentos comunicativos y responde; despierta el interés, centra la atención y favorece la concentración.
En España el Centro de Referencia Estatal de atención a personas con enfermedad de Alzheimer y otras demencias CREA-IMSERSO, ha introducido la Intervención Asistida con Perros como una terapia no farmacológica dirigida a la mejora de los síntomas psicológicos y conductuales de las demencias, uno de los principales problemas para familiares y cuidadores.
Las IAP deben estar dirigidas por un profesional sanitario e integradas en el conjunto de servicios y actividades de los centros de atención a personas mayores compartiendo y consensuando objetivos. Suponen un complemento al resto de programas y se recogen en los Planes Personalizados de Atención. Su objetivo general es mejorar la calidad de vida contribuyendo al bienestar físico, cognitivo y emocional.
Son muchas las personas que guardan increíbles recuerdos acerca de los animales con los que han compartido o comparten sus vidas. Relacionan al animal con otros recuerdos del pasado, asociando estos con personas, acontecimientos y lugares relevantes. Esto facilita que se establezcan grandes vínculos emocionales con el perro de apoyo.
Cualquier persona puede participar independientemente del grado de deterioro cognitivo ya que se adaptan y diseñan las sesiones teniendo en cuenta las potencialidades de cada uno. Cada participante contribuye al bienestar del grupo y el perro de apoyo no hace distinción alguna entre los miembros del mismo, lo que hace que a sus ojos, todos sean iguales.
Muchos de los objetivos de intervención pueden ser trabajados a través de la figura del perro de apoyo, con lo que la actividad cobra un nuevo significado y relevancia. Así por ejemplo, en el ejercicio de pedirle al perro que realice una secuencia de órdenes de diferente grado de complejidad, se ejercitan diferentes capacidades cognitivas (memoria, lenguaje, praxias y funciones ejecutivas, respectivamente).
Igualmente, rutinas cotidianas hacia cualquier animal relacionadas con satisfacer sus necesidades básicas de alimentación, hidratación, higiene, cepillado, afecto, pueden favorecer la actividad física, cognitiva y social, fortalecer la autoestima y mejorar el estado de ánimo haciendo que la persona se sienta útil.
Cuando el deterioro cognitivo es muy grave, se plantean intervenciones individualizadas favoreciendo la conexión con el entorno y aportando una vivencia multisensorial. En momentos difíciles, como pueden suponer los periodos de adaptación a la vida en el centro, o para los casos en los que aparecen conductas problemáticas, el perro de apoyo puede aportar soporte emocional y distracción.
Los animales pueden contribuir al bienestar personal de muchas formas y las intervenciones asistidas con perros son una de ellas.
Autora: Cristina López–Escobar García-Prendes. Psicóloga y experta en Terapia Asistida con Perros
Fuente y texto completo: Geriatricarea