En la primera fase de la enfermedad de Alzheimer es importante trabajar la relajación, así como prevenir y retrasar las dificultades de movilidad, de desplazamiento y de desorientación.
Los objetivos específicos del tratamiento en esta fase serán:
1.- Sesiones de relajación.
2.- Potenciar la movilidad: como medio de prevención de atrofias y limitaciones mioarticulares, y para preservar la independencia del paciente. En este caso proponemos:
- Potenciación muscular. Ejercicios con pesas para cuádriceps e isquiotibiales.
- Ciclismo. Una bicicleta tándem permite al paciente sentarse en el asiento trasero y pedalear, mientras que la persona que se sienta delante controla el vehículo. Si el enfermo tiene problemas con su equilibrio, se podría intentar utilizar un triciclo adaptado.
- Bicicleta ergométrica. Deberá trabajarse con suavidad, con el fin de favorecer la función cardiorrespiratoria, la movilidad articular, la coordinación y la resistencia al esfuerzo.
- Fisioterapia acuática. Inmersión muy controlada en piscina, donde, además, podemos movilizar de forma activa o pasiva. Tanto la inmersión como la natación suave, además de ofrecer una sensación relajante, sirven de estímulo externo y propioceptivo, lo cual podría prevenir o disminuir las dificultades de estructuración de esquema corporal, equilibrio y desorientación espacial que empiezan a manifestarse en esta primera fase. Incluso se puede complementar con ejercicios con balones y flotadores para, además, potenciar la movilidad y funcionalidad de las extremidades.
- Masaje. Se recomienda incluso para tratar la depresión de los pacientes con EA. Debe aplicarse de forma lenta y semiprofunda, buscando un efecto sedante.
- Aparatos: como cintas caminadoras y máquinas de pesas. Potenciar y entrenar la deambulación. Si es posible, con paseos al aire libre, en un entorno tranquilo y con control de esfuerzo. Éste es uno de los mejores ejercicios. Debe intentarse combinar el paseo con algo útil, como ir a comprar, recoger a los nietos o pasear al perro, cuando todavía lo permita la enfermedad.
3.- Gimnasia de mantenimiento y actividad física en general. Es interesante realizarla en grupos, por medio de actividades de juego, en las que se empleen balones, globos, aros, pelotas, palos. etc.
- Tablas de ejercicios sencillos de columna cervical, miembros superiores, etc., y tablas de gimnasia en sedestación. De esta manera podemos trabajar la coordinación y la organización espacial. Si, además, realizamos estas actividades con ritmos o música, ayudamos a mejorar la estructuración temporal del paciente.
- Coordinación psicomotriz. La conseguiremos con los ejercicios comentados y empleando también Musicoterapia. Lord y Garner demostraron el valor terapéutico de la música en un estudio realizado en personas con EA, a las que se les ponía música de su juventud durante las sesiones de recreo, actividades, etc. Estas personas se mostraban más alegres y tenían un estado de alerta mayor que los pacientes en los que no se aplicó esta técnica. Además, al poner música durante la sesión de fisioterapia podemos aprovechar los ritmos para nuestros ejercicios.
4.- Fisioterapia respiratoria. En esta fase planteamos un enfoque de tratamiento preventivo o de mantenimiento, cuyo éxito dependerá del grado de colaboración (psíquica) del paciente:
- Relajación y toma de conciencia postural.
- Adquisición de hábitos posturales que mejoren la función respiratoria.
- Toma de conciencia respiratoria y entrenamiento de la respiración nasal (muchos ancianos pierden este hábito).
- Realización de movimientos de flexibilización torácica correctamente coordinados con la respiración: inspiración-extensión y espiración-flexión; además, el sujeto puede ayudarse acompañando con movimientos de las extremidades superiores.
- Aprendizaje y entrenamiento de la respiración diafragmática y del control espiratorio abdominal.
- Empleo del espirómetro no sólo como medio de exploración de la capacidad espiratoria, sino como entrenamiento feed-back de la propia espiración.
5.- Tratamiento de otras afecciones o alteraciones que presente el paciente con la finalidad de mejorar su estado. Por ejemplo, fracturas, prótesis, ictus, dolores musculares, contusiones, etc.
El ejercicio debe ocupar un lugar importante en la vida del paciente, ya que además de mejorar su estado físico también lo hará su estado de ánimo. La práctica de ejercicio es la primera medida ante los trastornos del comportamiento como la agitación, el vagabundeo, los trastornos del sueño, la apatía, etc. Se considera que el ejercicio, preferentemente matutino, tiene efectos relajantes y es inductor posterior del sueño.
En el próximo post resumiremos el tratamiento fisioterapéutico que se recomienda para la segunda de las tres fases de la enfermedad.
Fuente y texto completo: El Farmacéutico